Bob Dylan dijo que la respuesta está en el aire. John Paul Young concretó que lo que había en el aire era amor, aunque Ana Torroja puntualizó que ella se sentía aire. Revólver, en cambio, sentenció que el aire sabe a veneno. Rafael Alberti, por su parte, sólo pedía que el aire se lo llevara (a dónde, no lo sé). Aquí no hay quien se aclare. Y eso la culpa la tiene el cambio climático, vamos, lo que yo te diga.
Mira, el otro día se me rompió la lavadora, vino el técnico y me dijo que eran 160 € de un manguito que se había soltado. Me enfadé y él, con el aplomo de un experto cirujano, me dijo que no le responsabilizase, que la culpa era del calentamiento global. Ante una respuesta tan incontestable no tuve más remedio que darle la razón, porque yo leo y me informo y algo sé. Si en la Antártida se derrite un iceberg del tamaño de Nueva York, ¡cómo no se va fundir el manguito de mi lavadora! Le solté los 160 € y le dí 40 de propina por haber llegado con sólo tres horas y cuarto de retraso. Los detalles me pierden.
Otra cosa que contamina el aire son los carteles de los comercios. Vas a Londres y las tiendas tienen banderitas en la calle, muy discretas y muy monas. En Barcelona ni se ven los luminosos porque están pegados a la fachada, mimetizados con la arquitectura. Madrid en cambio es como una versión lisérgica de Blade Runner: Estoy segura de que hay una competición entre los tenderos a ver quién coloca el cartel más grande, más hortera y con más bombillas. Si lo haces en un edificio de estilo clásico puntua doble, y si es un edificio protegido o un monumento te dan 50 bonus points y encima Florentino Pérez te invita al palco del Real Madrid. Es tan increible, que hace un año estaba yo de vacaciones en Nueva York y me llamó mi madre porque se sentía un poco pachucha. Abrí el Google Earth y le dije: "Máma, ves a la farmacia de Juanita que está abierta, corre, que estoy viendo en el Google una mancha verde sobre Móstoles de 1 kilómetro y medio de tamaño parpadeando y dando vueltas y eso va a ser que Juani tiene la cruz luminosa encendida."
Oye, pues fue y estaba abierta.
Esto en en Estados Unidos no pasa, porque ni les gusta el fútbol ni quedan edificios antiguos. Ellos tenían tipis para los indios, pero cuando llegaron los colonizadores como no cabía dentro un McDonalds los tuvieron que tirar abajo (con los indios dentro), y así se ahorraron dos problemas de un tirón. Ahora los tipis que quedan son modernos, de polipiel, y los indios son unos mexicanos con peluca.
Al fotógrafo Matt Siber no le molestan los indios pero sí los carteles luminosos, y ha ideado una original forma de evidenciar su abusiva presencia. Después de retratarlos ha borrado sus postes y luces dejando la señal flotando en el paisaje, lo que confiere al resultado final una estampa religiosa, etérea, y en ciertos momentos sobrenatural. ¿Habrá en esa iconografía y en el juego de palabras luminoso-iluminado algún mensaje subliminal? ¿Un trasfondo apocalíptico, un advenimiento o un cataclismo? ¿Ese mundo como supermercado que desgranó Houellebecq? Después de lo de Ana Torroja, el iceberg y el manguito, ya me creo cualquier cosa.
Yo de momento dejo ahí las preguntas, en el aire.
Mira, el otro día se me rompió la lavadora, vino el técnico y me dijo que eran 160 € de un manguito que se había soltado. Me enfadé y él, con el aplomo de un experto cirujano, me dijo que no le responsabilizase, que la culpa era del calentamiento global. Ante una respuesta tan incontestable no tuve más remedio que darle la razón, porque yo leo y me informo y algo sé. Si en la Antártida se derrite un iceberg del tamaño de Nueva York, ¡cómo no se va fundir el manguito de mi lavadora! Le solté los 160 € y le dí 40 de propina por haber llegado con sólo tres horas y cuarto de retraso. Los detalles me pierden.
Otra cosa que contamina el aire son los carteles de los comercios. Vas a Londres y las tiendas tienen banderitas en la calle, muy discretas y muy monas. En Barcelona ni se ven los luminosos porque están pegados a la fachada, mimetizados con la arquitectura. Madrid en cambio es como una versión lisérgica de Blade Runner: Estoy segura de que hay una competición entre los tenderos a ver quién coloca el cartel más grande, más hortera y con más bombillas. Si lo haces en un edificio de estilo clásico puntua doble, y si es un edificio protegido o un monumento te dan 50 bonus points y encima Florentino Pérez te invita al palco del Real Madrid. Es tan increible, que hace un año estaba yo de vacaciones en Nueva York y me llamó mi madre porque se sentía un poco pachucha. Abrí el Google Earth y le dije: "Máma, ves a la farmacia de Juanita que está abierta, corre, que estoy viendo en el Google una mancha verde sobre Móstoles de 1 kilómetro y medio de tamaño parpadeando y dando vueltas y eso va a ser que Juani tiene la cruz luminosa encendida."
Oye, pues fue y estaba abierta.
Esto en en Estados Unidos no pasa, porque ni les gusta el fútbol ni quedan edificios antiguos. Ellos tenían tipis para los indios, pero cuando llegaron los colonizadores como no cabía dentro un McDonalds los tuvieron que tirar abajo (con los indios dentro), y así se ahorraron dos problemas de un tirón. Ahora los tipis que quedan son modernos, de polipiel, y los indios son unos mexicanos con peluca.
Al fotógrafo Matt Siber no le molestan los indios pero sí los carteles luminosos, y ha ideado una original forma de evidenciar su abusiva presencia. Después de retratarlos ha borrado sus postes y luces dejando la señal flotando en el paisaje, lo que confiere al resultado final una estampa religiosa, etérea, y en ciertos momentos sobrenatural. ¿Habrá en esa iconografía y en el juego de palabras luminoso-iluminado algún mensaje subliminal? ¿Un trasfondo apocalíptico, un advenimiento o un cataclismo? ¿Ese mundo como supermercado que desgranó Houellebecq? Después de lo de Ana Torroja, el iceberg y el manguito, ya me creo cualquier cosa.
Yo de momento dejo ahí las preguntas, en el aire.
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Photographer Matt Siber has wanted to stand out the visual contamination of signs and has erased posts and lights from its photographs, creating a beautiful imagery, somewhat supernatural, somewhat religious.
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11 comentarios :: comments :
Que bueno!!
Paco abre un restaurante en la autopista y su amigo Pepe le dice:
Paco, pon un cartel en el camino para atraer a los clientes.
Un mes después Pepe pasa por la autopista y no ve ningún cartel, pasa el restaurante y piensa que Paco se arrepintió de la colocación del cartel.
Unos 10 minutos depués encuentra un cartel luminoso que dice:
"Restaurante. Retroceda 5 Km."
Sí, estamos por todas partes. Nos bombardean de carteles por todas partes, y al cabo del día hemos leído más de 3000.
Esto es una forma de acoso como otra cualquiera. ti
nena, que si te falla lo del super, siempre te puedes ir a pedir trabajo al Club de la Comedia. ¿Te has dado cuenta de que desde que se está calentando el planteta, cada año nieva más veces?
Genial¡¡¡¡
Lo del luminoso de la farmacia de Juanita lo entiendo. Abajo de mi casa tengo yo una también. Creo que dos kilómetros antes debería haber un cartel advirtiendo a los epilépticos los riesgos de pasar por allí, porque no veas el bailecito y el ritmo que llevan las lucecitas rojas y verdes!!
Besines.
XDDD
Una entrada estupenda Ms. Puri.
En donde yo vivo había una peluquería que tenía un gigantesco cartel luminoso, más ancho que la entrada, y en una gama de hórridos naranjas y anteriormente conocidos como blancos, muy feo muy feo vamos... pero no era lo peor, la dueña se llamaba Gore... imagínense el efecto...
Peluquería Gore... en letras cursivas y al final una cabeza de mujer, estilizada, aérea, como de película japonesa de fantasmas...
un análisis de carteles de banca te ofrezco. Divertido, saludable y necesario.
Gracias.
http://goo.gl/fb/BbWI
Al menos no habrá choques con los postes hehe
Sau2
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