¿gavilán o paloma?

Una de las mentiras piadosas más comunes de las embarazadas es: "No me importa si es niño o niña, lo importante es que el bebé nazca sano." ¡Ja! Claro que quieres que nazca sano, pero lo que no cuentas es que en secreto, en petit comité que dicen los pijos, se te escapan los ojos detrás de lacitos, falditas, coletitas y blusitas (ay chica qué cosa más mona) porque tú lo que quieres, ansías, deseas, es tener una niña: tu Barbie sí sí siempre junto a ti con sus complementos superdiversión, para forrarla de diademas, flores, medias, zapatitos y perifollos mil.

Claro que siempre existe la opción B: que te tiren las cazadorcitas de pilotito, bermudas, polos diminutos (ay mira por dios, como su padre) y camisas de cuello mao de dos palmos que aunque sea invierno tú se la pones al niño porque estará moníssssimo.

Normal que sueñes, que ya llevas 3 meses esperando, viendo ecografías indescifrables que tú no te explicas cómo habiendo superordenadores las ecos sigan siendo como el mapa de Mariano Medina en los 70, que esperas que el ginecólogo te diga "Mira, aquí hay un bracito, aquí el corazón, y aquí una borrasca que entra desde el Cantábrico".

Eso por no hablar de cuando te dicen que el bebé está en fase lenteja y en pocas semanas pasará a la fase alubia. Qué tu te quedas tó picueta pensando: ¿Pero yo voy a tener un niño o un potaje? No sabes si irte al supermercado con la lista de la compra o con una ecografía.

Y por eso, después de mucho esperar, a la semana 12 tenía yo tantas ganas de saber el sexo de mi bebé, porque en todos lados decían que en esas fechas se sabría. Y yo nunca jamás hago caso a Internet ni al Google pero bueno, a veces sí, pero sólo unas pocas. Y entré a la consulta como quien va a presentarse a un examen oral ante un tribunal. ¿Sería un niño? ¿Una niña? Ay mi madre qué sinvivir.

Y para tranquilizarme me puse a tararear y me vino a la mente la cancioncita esta de gavilán o paloma. Que en vez de calmarme me enervó aún más, porque era pensar en el cantante, en su bigotazo de explorador del Cocodrilo Sacamuelas, en el micrófono del año de la tana que era como la Philishave que tenía mi padre, y en esa letra empalagosa con ritmillo de Casiotone, y me dieron los siete males. Se me llenó la mente de preguntas, y frases, como en el salvapantallas de Matrix, ¿Y si el peque estaba de espaldas o de lado y no se veía nada? ¿Y si había una fase intermedia tipo fase del judión de la Granja, o fase del morcón, y me encontraba todo a medio hacer? ¿Y si llego y el ecógrafo -o como se llame- va con Windows y se cuelga y me sale un Error 404 en mitad de la entrepierna? ¿Y si es una niña pero confunden el cordón umbilical con un pito?

Bueno, mira, tranquilidad. Que esté sano y ya. Porque a mí me daba igual si era niño o niña, yo lo que quería era que naciera sano, pero de verdad te lo digo.

Pero cuando mi gine me puso el chiriflú y apareció my darling todo espatarrao (ahí ha salido a su santo padre, pensé, le falta la cerveza y el mando la tele), con las piernitas abiertas de par en par, no hubo ya temores ni dudas ni palabros técnicos. "Aquí un brazo -me dijo-, aquí la cabecita - prosiguió-, una pierna, la otra, todo en orden, todo correcto. Y esto ¿sabes lo que es?"

Y claro que lo sabía. Porque yo no tendré estudios superiores ni másters, pero eso era lo que era o mi hijo tenía dos cordones umbilicales. ¡¡Niño!! Nos miramos el padre y yo y al unísono dijimos: Pablo. Ni listas con doscientos nombres, ni nombres compuestos, ni tradiciones milenarias de llamarlo Wenceslao, Marcial, o Pelayo, ni exotismos rollo Britney Pamela (lo mejor es cuando le meten el apellido Antúnez al final), o Yonatan (¿ortografia pa' qué?), ni broncas familiares de que se llame como el abuelo, o como el tío, o como el abuelo del tío del abuelo. Nada, aquello estaba más claro que el agua. Pablo.

Así que serás Pablo, hijo mío, mi pequeño, mi amor. Como Pablo Picasso, como Pablo Mármol, como Pablo Palazuelo, como Pablo Gargallo, como Pablo Neruda, como Pablo Milanés. Como Pablo Abraira, el de gavilán o Paloma.

Pues mira, salió gavilán, paloma. Y eso todo lo cambia pero, en realidad, todo sigue igual, que decían en el Gatopardo.

Ay, amigos, hay que ver cómo es el amor...